Tomado de: Entre café y libros
Por María lozano
Soledad Blanco, comerciante de 45 años, que a las 4 de la mañana se despierta, para preparar lo que llevará a vender en la plaza central, va con ella su hijo de tan solo 8 años. El marido de Soledad no la acompaña. Es mejor que se quede en casa.
Pasa una hora con cuarenta y cinco minutos y, ya me está preguntando cuánto he vendido. ¿Para qué? Pues para que le de la mitad. Prefiero que se quede en casa, haciendo nada, que es lo único que sabe hacer.
Ausencia de Borrego, comerciante de una localidad cercana. Anoche junto a su esposo, el señor Borrego, durmieron en la plaza central donde venderá sus cobijas. Él no durmió, o medio durmió, se la pasó en la cantina del pueblo. Sola acomoda todo lo que venderá. Ella tiene 65 años, el 66 y, a medio día llega con Ausencia, le pide dinero y vuelve a la cantina..María Partida abre a las 5.25 de la mañana su negocio cerca de plaza central. Ella vende comidas, le ayuda una comadre que siempre llega puntual y también le ayuda su hija de 15 años. Entre ellas atienden a los devotos que llegan de madrugada en peregrinación.,El esposo de María Partida, hace dos años que se fue de casa, o más. Bien no se fue, creo que se perdió, no era tan sabio para irse, al fin y al cabo, él no producía nada, solo consumía.
Mujeres, el sexo débil del hogar, quién dijo tal vejación, tal vilipendio. En estos casos dónde está el hombre, la cabeza del hogar, (…). Insisto, el hombre hace tiempo que dejó de ser la cabeza, dejó de ser el sexo fuerte.
Guillermo Rosales Medellín.
DAR
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