Por María Lozano
No ignoren esto, amados hermanos: para el Señor, un día es como mil años, y mil años son como un día." 2 Pedro 3:8
Qué difícil se nos hace esperar el tiempo del Eterno! Especialmente en aquellos momentos cuando pensamos que ya, nada va a cambiar. Cuando empezamos a ver que las cosas comienzan a verse como imposibles. Cuando estamos bajo presión, cuando estamos en urgencias, cuando estamos en necesidad....
Es en ese momento que comenzamos a desesperarnos y empezamos a ver el panorama desolador y la ansiedad comienza a devorarnos. Si no logramos nuestro objetivo a tiempo el enemigo toma su oportunidad y empieza trabajar en nuestro desánimo hasta llevarnos a la depresión.
El Eterno maneja un tiempo que no es el nuestro. El tiempo nuestro lo manejamos con un reloj y muchas veces, es el reloj quien nos maneja a nosotros. Hasta tal punto que hacemos las cosas apremiados por el tiempo o como también se dice: “contra reloj”, y los resultados no son muy buenos.
El Eterno no usa reloj, pero nos da las cosas cuando es el mejor momento para nosotros, cuando es el tiempo perfecto y estamos ya preparados para ello. Aunque muchas veces arruinamos lo que el Eterno quiere hacer, o aún nuestras propias vidas, por apresurarnos y tomar decisiones incorrectas movidos por la ansiedad de ese apuro. La lección de confiar y esperar en el Señor sabemos que no es nada fácil, y es muy dura en muchos casos. El salmista dice en el Salmo 7:3-5 " Tú debes confiar en Dios. Dedícate a hacer el bien, establécete en la tierra y mantente fiel a Dios. Entrégale a Dios tu amor, y él te dará lo que más deseas. Pon tu vida en sus manos, confía plenamente en él, y él actuará en tu favor. " Estas palabras son un bálsamo que refresca nuestra ansiedad y son el camino del Señor para que El haga las cosas y obre en nuestra vida. Sólo recuerda que el Eterno tiene sus tiempos y sus tiempos nunca se equivocan: porque los tiempos del Señor son precisos. No fallan.
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