Tomado de: Alfonso De Caro
Por María Lozano
POR FAVOR LEE LA ESCRITURA: JUAN 13.31-35.Un nuevo mandamiento les doy: Ámense los unos a los otros. Como yo los he amado, ámense también ustedes. En esto todos sabrán que son mis discípulos: si se aman los unos a los otros. Juan 13:34-35.La marca suprema de la vida de Jesucristo en el cristiano es, por supuesto, el amor. Un amor que acepta a los demás como son. Un amor compasivo y perdonador. Un amor que busca sanar malentendidos, divisiones y relaciones rotas. Este amor nunca se manifiesta mediante la rivalidad, la avaricia, la ostentación, la indiferencia ni el prejuicio. Es todo lo contrario a los insultos, las calumnias, la terquedad y la división. Aquí descubrimos la fuerza unificadora que permite a la iglesia llevar a cabo su propósito en el mundo: el amor cristiano. ¿Cómo reflejamos la santidad de Dios? ¡Con nuestro amor! ¿Cómo revelamos la gloria de Dios? ¡Con nuestro amor! ¿Cómo damos testimonio de la realidad de Jesucristo? ¡Con nuestro amor!
El Nuevo Testamento dice muy poco sobre la participación cristiana en la política, la defensa de los valores familiares, la promoción de la paz y la justicia, la oposición a la pornografía o la defensa de los derechos de este o aquel grupo oprimido. No digo que los cristianos no deban preocuparse por estos temas. Obviamente, no se puede tener un corazón lleno de amor por los seres humanos y no preocuparse por estas cosas. Pero el Nuevo Testamento dice relativamente poco al respecto porque Dios sabe que la única manera de resolver estos problemas y sanar las relaciones rotas es introduciendo una dinámica totalmente nueva en la vida humana: la dinámica de la vida de Jesucristo.
La vida de Jesucristo es lo que los hombres y las mujeres verdaderamente necesitan. La eliminación de la oscuridad comienza con la llegada de la luz. La eliminación del odio comienza con la llegada del amor. La eliminación de la enfermedad y la corrupción comienza con la llegada de la vida. Debemos comenzar con la llegada de Cristo, pues ese es el llamado al que hemos sido llamados.
El Evangelio germinó en un clima social muy similar al nuestro: una época de injusticia, división racial, malestar social, delincuencia desenfrenada, inmoralidad desenfrenada, incertidumbre económica y temor generalizado. La iglesia cristiana primitiva luchó por sobrevivir bajo una persecución tan implacable y asesina que supera nuestra capacidad de imaginar. Pero la iglesia primitiva no veía su vocación como la de luchar contra la injusticia y la opresión, ni la de exigir sus derechos. La iglesia primitiva veía su misión como la de reflejar la santidad de Dios, revelar su gloria y dar testimonio de la realidad de Jesucristo mediante un amor inquebrantable, tanto hacia dentro como hacia fuera de la iglesia.
POR FAVOR ORA CONMIGO
Padre mío y Dios mío, mantenme enfocado en reflejar las cualidades de carácter que me ha dado la vida de Cristo en mí. Ayúdame a mostrar amor infinito a todos. En tu amor Jesús. Amén.
Aplicación de vida

Te bendigo en nombre de nuestro Señor Jesucristo. Un fuerte abrazo.



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