Tomado de: Alfonso De Caro
Por María Lozano
POR FAVOR LEE LA ESCRITURA: EFESIOS: 1.7-14.En él asimismo fuimos escogidos, habiendo sido predestinados conforme al plan del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo. Efesios 1:11-12.
¡Piensen en eso! La frase «nosotros, los primeros en poner nuestra esperanza en Cristo», se refiere a nosotros, los cristianos, como destinados y designados para vivir para la alabanza de su gloria. La primera tarea de la iglesia no es el bienestar de los seres humanos. Nuestro bienestar es sin duda importante para Dios, pero esa no es la primera tarea de la iglesia. Más bien, hemos sido elegidos por Dios para vivir para su alabanza y gloria, para que a través de nuestras vidas su gloria se revele al mundo.
¿Qué es la gloria de Dios? Es Dios mismo, la revelación de lo que Dios es y hace. El problema con este mundo es que no conoce a Dios. En todas sus búsquedas y deambulaciones, en sus esfuerzos por descubrir la verdad, no conoce a Dios. Pero la gloria de Dios es revelarse, mostrar al mundo cómo es él mismo. Cuando las obras de Dios y su naturaleza se manifiestan a través de la iglesia, él es glorificado. Como escribe Pablo en 2 Corintios: «Porque Dios, que dijo: «De las tinieblas resplandezca la luz», es la luz que resplandeció en nuestros corazones para que nos iluminara el conocimiento de la gloria de Dios manifestada en el rostro de Cristo» (2 Corintios 4:6)..La gente puede ver la gloria de Dios en el rostro de Cristo, en su carácter, en su ser. Y esa gloria también se encuentra, dice Pablo, en nuestros corazones. Dios llama a la iglesia a revelar al mundo la gloria de su carácter, que se encuentra en el rostro de Jesucristo. Esto se afirma nuevamente en el capítulo 1 de Efesios: «Y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo designó cabeza sobre todas las cosas para la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todos los sentidos» (Efesios 1:22-23).
¡Esa es una declaración formidable! Pablo dice que toda la plenitud de Jesucristo se manifiesta en su cuerpo, que es la iglesia. El llamado de la iglesia es declarar con palabras y demostrar con actitud y hechos el carácter de Cristo que vive en su pueblo. Debemos declarar la realidad de un encuentro transformador con un Cristo vivo y demostrar ese cambio mediante una vida desinteresada y llena de amor. Hasta que no lo hagamos, nada de lo que hagamos será eficaz para Dios.
POR FAVOR ORA CONMIGO
Señor mío y Dios mío, concédeme valor y fuerza para revelar el carácter de Jesucristo con mis actitudes y acciones. Muéstrame cómo ser tus pies y tus manos ante el mundo. En tu nombre Jesús. Amén.
Aplicación de vida

Te bendigo en nombre de nuestro Señor Jesucristo. Un fuerte abrazo.



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