Tomado de: Gabriel García Márquez
Pensamientos Any
Por María Lozano
Existe un temor del que pocos se atreven a hablar, pero que todos llevamos dentro. No se relaciona con las arrugas, el bastón ni la soledad. Es ese otro miedo: el de envejecer en un cuerpo que ya no responde como antes. Tememos no poder levantarnos sin ayuda, llegar al baño solas, depender de otros. A veces, en silencio, reflexiono sobre qué pasará si un día no puedo hacerlo sola. Si la mano me tiembla, los pinceles se escapan, la memoria me juega malas pasadas y olvido el café hirviendo, los nombres o incluso quién soy. No deseo que me miren con lástima, sino con respeto. Aunque el cuerpo se apague lentamente, el alma permanece viva y clara. Ser mujer, valiente y digna no desaparece solo porque el cuerpo deje de obedecer. Sin embargo, duele ver cómo a los ancianos se les trata como si estorbaran o como niños torpes. Ese también es un miedo: no solo depender, sino que nos vean como una carga. Por eso, mientras pueda, me levanto, preparo mi café, seco mis lágrimas, me doy un abrazo y me repito que sigo valiosa.. Si algún día no puedo hacerlo por mí misma, quiero que quien me cuide lo sepa. No busco compasión, sino amor sin dolor, con respeto. Y si llega el momento de depender de alguien, que me tome la mano sin hacerme sentir que valgo menos. Porque vieja sí, pero vacía o incapaz, jamás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario