Por María Lozano
Los miembros de una iglesia estaban compartiendo sus pasajes favoritos de las Escrituras. Se citaron una serie de versículos, la mayoría de ellos se mantenían centrados en las temáticas de la salvación, las promesas de Dios, o la provisión de Dios. Sin embargo, un anciano se puso de pie y dijo que la palabra que a él más le gustaba de la Biblia era: “aconteció” y sus implicaciones....
Luego continuó diciendo: “Cuando se presenta una enfermedad me anima saber que un día pasará. Cuando estoy en problemas, sé que no durarán para siempre. Pronto podré decir: “Aconteció”.
Luego continuó diciendo: “Cuando se presenta una enfermedad me anima saber que un día pasará. Cuando estoy en problemas, sé que no durarán para siempre. Pronto podré decir: “Aconteció”.
Aunque aquel hombre había dado a esa palabra un significado diferente del que realmente tiene, él vio en esa palabra una verdad importante que sí se halla en la Biblia. Independientemente de lo interminable que pueda parecer una prueba, llegará el día en que ya no será una carga ni fuente de angustia. De hecho parecerá muy insignificante a la luz de la eternidad.
Segunda de Corintios 4:7 nos dice que nuestra “leve tribulación” es momentánea. El saber que nuestras cargas son temporales nos permite llevarlas triunfalmente.
Ya sea que tus pruebas duren días, meses, años o toda una vida, aun así son: “momentáneas”. Al igual que el sabio anciano puedes decir: “Esto también pasará”.
Si dependemos de Cristo, para todo podremos soportar cualquier cosa.
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