Por María Lozano
Lectura: Salmos 121
Contaba una pareja que trabaja de lleno en el ministerio la siguiente historia: “Mi esposo y yo estábamos comprometidos a tener un “ministerio para la gente”. Anhelábamos llevar las buenas nuevas a personas necesitadas y ser buenas nuevas por medio de nuestro trato con ellos. El problema era que yo estaba trabajando también “el turno de la noche”, pues me llevaba las cargas de las personas conmigo a la cama....
Muchas veces, las intranquilas noches que pasaba me inmovilizaban durante el día y estaban trayendo problemas a nuestra relación.
Muchas veces, las intranquilas noches que pasaba me inmovilizaban durante el día y estaban trayendo problemas a nuestra relación.
Una noche, mientras me preocupaba para ir a dormir, me puse a pensar en mis cargas y en lo que debía hacer con ellas. Mientras ponía al lado cada una de las piezas de mi ropa, decidí dejar de lado también cada una de mis preocupaciones. Luego, al ponerme una cómoda bata me sentí aliviada de las cargas de los demás y lista para descansar. Al principio me sentía culpable e insensible. Entonces el Espíritu Santo me recordó que Dios, no flojea, ni duerme. Si Dios quería que trabajase por la noche, ya me lo haría saber. De lo contrario, mientras yo dormía y me reponía, podía tener la certeza de que Él permanecería despierto toda la noche y velaría por cada una de mis preocupaciones.
Si eres creyente, tú también tienes un “ministerio para la gente”. Pero recuerda: no tienes que trabajar también el turno de la noche. En lugar de ello practica el dejar de lado tus preocupaciones diariamente, igual que las piezas de tu vestimenta. Luego, envuélvete en la tranquilizadora bata del poder guardador del Dios y descansa.
Si quieres descansar bien de noche, descansa en el Señor.
Recuerda: ¡El Señor mismo te cuida! El Señor está a tu lado como tu sombra protectora. El sol no te hará daño durante el día, ni la luna durante la noche. (Salmos 121:5-6 – NTV)
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