Por María Lozano
Un día caluroso un anciano atravesaba el bosque acompañado de su nieto, que estaba viviendo momentos difíciles y necesitaba paz interior. De pronto el anciano se detuvo en el camino y le dijo al muchacho:
- Por favor, tráeme agua del arroyo que acabamos de cruzar....
Pero cuando el joven llegó al arroyo, vio que al pasar por allí habían removido el cieno del fondo convirtiéndolo en un lodazal. El agua estaba tan sucia que el muchacho no la junto y regreso junto a su abuelo:
- Más adelante hay un gran río. Te traeré agua de allí.
Pero el anciano insistió:
- Vuelve atrás y tráeme el agua del arroyo que acabamos de pasar, por favor. Si el agua esta muy sucia no vuelvas inmediatamente. No hagas nada, solo siéntate en silencio en la orilla y obsérvala. Tarde o temprano el agua volverá a bajar limpia.
El joven hizo caso a regañadientes ,llegó al arroyo enojado, y como el agua seguía sucia, se sentó a esperar. Al cabo de un rato, el enojo se le había ido. Al contrario, por haber estado allí sentado, contempló la naturaleza y obtuvo la paz que tanto necesitaba. Luego de un largo rato miró el arroyo y otra vez el agua corría limpia. Entonces volvió con su abuelo con un jarro lleno de agua y agradecido por la lección que el anciano le acababa de dar.
Cuando tú no puedes,Dios sí puede.
Deja que el Señor te ayude a alcanzar paciencia...y a cambiar tu carácter. Pídele que te ayude a ver con Sus Ojos de Fe el futuro de la prueba que estás pasando...Y entenderás que tal como la Biblia lo dice ,todo nos ayuda para bien a los que amamos a Dios de corazón. Confía.
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