Tomado de: Alfonso De Caro
Por María Lozano
1. Oración inicial«Señor, perdóname si en momentos de angustia he renegado en tu contra. Ahora, aunque todos se olviden de mí y me menosprecien por proclamar tu Palabra, no dejaré de confiar en ti y saber que estás a mi lado cuando esté triste y abrumado. Restáurame y ponme en alto, sáname de mis más profundas heridas para poder ser tu boca y proclamar tu gloria. Amén.«
2. Lee la palabra de Dios
“Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos. Y te pondré en este pueblo por muro fortificado de bronce, y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo para guardarte y para defenderte, dice Jehová. Y te libraré de la mano de los malos, y te redimiré de la mano de los fuertes”. Jeremías 15:19-20.
3. Reflexiona
Jeremías estaba siendo perseguido, por anunciar el mensaje de Dios y sus enemigos lo tenían abrumado, en su desespero acusó a Dios de no ayudarlo cuando más lo necesitaba; con su impaciente lenguaje había dejado la correcta actitud ante Dios. Algo parecido nos pasa a nosotros cuando estamos enojados, heridos y asustados. Pero la verdad es que Dios comprendió el sentimiento de indignación de Jeremías y no se enojó con él, sino que le respondió mostrándole cuál era su prioridad como escogido de Dios..El Señor le dice: “delante de mí estarás”, en otras palabras estaba pidiéndole que le sirviera de manera aceptable, “si sacares lo precioso de lo vil”, está diciéndole que quite su corrupción natural, impaciencia y palabras precipitadas y deje ver la gracia divina con la cual había sido revestido, así, colocaría nuevamente los ojos en los propósitos de Dios y sería el vocero que influenciara al pueblo y no al contrario.
Cuando nos sintamos cargados como Jeremías, debemos recurrir a la oración para mostrarle a Dios nuestros más profundos sentimientos y poner nuestra confianza en Él. Es volver la mirada al Creador cuando hemos quitado nuestros ojos de Él. Sólo pide dos cosas: primero, convertirnos a Él, o sea dar la vuelta completa cuando le hemos dado la espalda, para sanarnos y restaurarnos; y segundo dejar lo vil, lo que nos ha contaminado, lo que nos ha causado dolor y sacarlo de nuestro corazón. Él sabe que no somos perfectos, pero en nuestro interior hay algo precioso de destacar y es su gracia.
Dios anhela restaurarnos y promete cosas grandes para nuestras vidas. Seremos como su boca, con poder y autoridad, con ternura y amor, para inducir a otros a buscar a Dios y no para dejarnos arrastrar por los caminos de la impiedad.
Apropiémonos de esta promesa de Dios, que está en Job 22:21-23. “Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás paz; y por ello te vendrá bien. Toma ahora la ley de su boca, y pon sus palabras en tu corazón. Si te volvieres al Omnipotente, serás edificado; alejarás de tu tienda la aflicción.”
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