Cambia mi corazón

 Tomado de: Alfonso De Caro

Por María Lozano

1. Por favor ora conmigo
«Señor Jesucristo, dispongo mi corazón y mi mente para que gobiernes mi vida e impregnes tu palabra en mí, para no pecar contra ti. Ayúdame a liberarme de tanta atadura egocéntrica y que pueda tener un nuevo corazón y un espíritu recto dentro de mí para poder hacer tu santa, perfecta y agradable voluntad. Amén»
2. Lee la palabra de Dios
«Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida. Aparta de ti la perversidad de la boca, y aleja de ti la iniquidad de los labios. Tus ojos miren lo recto, y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante. Examina la senda de tus pies, y todos tus caminos sean rectos. No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; aparta tu pie del mal» Proverbios 4:23-27..3. Reflexiona
Quién no se ha encontrado en un camino sin salida, rutinas, hábitos arraigados, malos pensamientos, vicios, complejos, ataduras, palabras soeces, pasiones desordenadas, conflictos y tormentos; todas estas cosas son prisiones de la vida egocéntrica, de las que el hombre no puede o no sabe cómo liberarse. Si bien es cierto que el creyente lucha contra un mundo impío y contra Satanás, éstos no son sus mayores enemigos, sino que el gran problema reside dentro de sí mismo, puesto que abre o cierra su corazón a Dios.
Jesús enseñó sobre los asuntos de la vida, enfatizando el tema del corazón del ser humano, pues el corazón es, sin lugar a dudas, el punto crucial de todo asunto y un nuevo corazón no se logra por arte de magia, sino que es el fruto de la fe en Cristo.
Un escritor dijo, “ninguno de los métodos más avanzados de la ciencia y del análisis humano actual, puede soltar al hombre de sus ataduras reales; y eso es porque ignora la fuente del problema humano. El problema está en el corazón, en un ego innato y voraz. El egocentrismo, está en el fondo de las prisiones que el hombre crea para sí”.
La Palabra de Dios tiene las respuestas a los males de la humanidad, pues los problemas reales del hombre son espirituales; por tanto, consagra a Dios tu mente, tus sentidos, tus meditaciones, tus motivaciones, tu voluntad y tus afectos. Abre el corazón a Jesucristo, recíbelo como tu liberador y doblega tu cerviz delante de él, para que él gobierne tu vida. En Ezequiel 11:19-20 dice: “Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne, para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios”. Pues Dios y su Palabra son la solución al egocéntrico corazón del ser humano.
Amad@ acude confiadamente a Dios, Él está cerca, para salvar a los que tienen el corazón hecho pedazos y han perdido la esperanza, pues solo Él da un nuevo corazón.
Te bendigo en el nombre de Jesucristo. Un fuerte abrazo.

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