Tomado de: Alfonso De Caro
Por María Lozano
"Señor, me acerco a ti en este día con un corazón quebrantado y humillado. Quiero derramarlo delante de ti, sánalo, restáuralo y déjame descansar en tu presencia. Te entrego todos mis temores, dudas y desilusiones. Eres mi única esperanza, salvación y refugio. Amén."2. Lee la palabra de Dios
“Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová”. Salmo 27:14.
“Alma mía, en Dios solamente reposa, Porque de él es mi esperanza. Esperad en él en todo tiempo, oh pueblos; Derramad delante de él vuestro corazón; Dios es nuestro refugio”. Salmo 65:5-8.
3. Reflexiona
Hemos sido diseñados por nuestro Creador con tres dimensiones: espíritu, alma y cuerpo (1 Tesalonicenses 5:23). Cuando Cristo entra en nuestro corazón, él viene a gobernar cada una de ellas para que vivamos en perfecta armonía. Nuestra dimensión del alma, donde se anidan todas las emociones, la voluntad y el intelecto, es la más afectada cuando pasamos por las situaciones difíciles y desesperadas de la vida..Cuando nuestro corazón está herido y con dolor, el salmista nos dice que sólo hay un lugar donde podemos descansar y ser restaurados, y es en la presencia de Dios. Aunque algunas veces no entendamos las razones por las cuales debemos pasar por circunstancias adversas, es aquí donde debemos depender absolutamente de Dios y encontrar descanso solamente en Él. Por eso David dice: “En Dios solamente está acallada mi alma; de él viene mi salvación”.
Siempre habrá expectativas que no se cumplen y si no hacemos el esfuerzo consciente de descansar en Dios, viviremos con desilusiones una tras otra. En otras palabras, la esperanza que no llega o se tarda puede convertirse en una tremenda decepción sino buscamos aguardar y esperar en Él. “Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová”.
“Derramad delante de él vuestro corazón; Dios es nuestro refugio”, es el consejo de David. Derramar viene del hebreo “sapak” y significa derramar el contenido de un envase, en este caso, es desnudar el alma con dolor y enojo para liberarnos de la opresión, para desahogarnos, perdonar y encontrar alivio. Derramarlo con alegría o tristeza, con resentimiento o temor. Lo importante es entregarle cualquier sentimiento que esté entorpeciendo nuestra vida espiritual.
No terminemos este año llenos de resentimientos y amarguras. Si estamos afligidos, desilusionados, destrozados, el mejor lugar al que podemos llegar y quedarnos es en la presencia de Dios. Acerquémonos confiadamente a su trono de gracia. El mejor cirujano de corazón es el Señor Jesucristo; él puede atenderlo, restaurarlo y vivificarlo.
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