Una buena tierra

 Tomado de: Alfonso De Caro

Por María Lozano

«Bendito Dios mío y Padre mío, gracias por tu Palabra y tu misericordia renovada cada mañana, gracias por tu fidelidad y bondad; anhelo, Padre bueno, que hagas de mí, una tierra fértil, una buena tierra, pues no quiero oír sin entender y sin practicar lo que cada día por distintos medios me enseñas de tu Palabra; transforma mi corazón y hazlo apto para toda buena obra, para que dé fruto con perseverancia, por Jesucristo mi Señor, amén. «
2. Lee la palabra de Dios
“Mas la que cayó en buena tierra, estos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia.” Lucas 8:15.
“Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.” Mateo 13:23..3. Reflexiona
Por los diversos medios de comunicación y los beneficios de la tecnología, hoy en día llega a nosotros abundante palabra de Dios, son versículos en imágenes, distintas reflexiones en video, texto y audio, y hasta pequeñas oraciones en stickers, realmente es una alta propagación de la palabra de Dios; sin embargo, también está sucediendo que en la mayoría de los casos, esta Palabra se está convirtiendo en un mensaje temporal o uno que simplemente queda en el celular, puesto que no se evidencia el fruto que debería llevar.
Pero lo cierto es que si una Palabra de parte de Dios llega a nuestra vida, no es precisamente para que regrese vacía, sino que realmente tiene un propósito para el cual el Señor la envía (Isaías 55:11); sin embargo, está sucediendo lo revelado por el Señor en la Parábola del sembrador, pues estamos permitiendo que los espinos que son los afanes de la vida, el engaño de las riquezas y la codicia de otras cosas, ahoguen la palabra escuchada y la hagan infructuosa (Marcos 4:18-19).
Amados hermanos, de nada nos sirve escuchar y escuchar la Palabra de Dios, siendo simplemente oidores olvidadizos, sino que realmente lo que va a provocar un cambio en nuestra vida y un fruto permanente, es que dispongamos nuestro corazón para que el Señor haga de él esa buena tierra donde la semilla de su Palabra caiga y se mantenga, es decir, que la escuchemos, pero que también la entendamos, de manera que la guardemos y la practiquemos, puesto que como dice el Señor en Santiago 1:25, bienaventurado es aquel que es hacedor de la Palabra, bendecido el que da fruto con perseverancia.
Te bendigo en nombre de nuestro Señor Jesucristo. Un fuerte abrazo.


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