Tomado de; Alfonso De Caro
Por María Lozano
POR FAVOR LEE LA ESCRITURA: HECHOS 3:1-10.Pedro lo miró fijamente, al igual que Juan. Entonces Pedro dijo: ¡Míranos! Hechos 3:4.
Aquí estaba este hombre esperando en la puerta del templo. Lo sorprendente es que cuando le pidió limosna a Pedro, este se detuvo y le dijo: «Míranos». Esto es muy importante, porque concuerda perfectamente con las acciones de Jesús cada vez que quería sanar a alguien. Nunca se acercaba a alguien, simplemente lo tocaba y lo sanaba, sin antes dirigir su atención hacia sí mismo. Siempre cautivaba la atención de quienes querían sanidad, dirigiéndolos a fijar su mirada en él. Esto despierta expectación. Siempre aviva la fe. Esto es lo que sucedió aquí. Este hombre esperaba recibir algo de Pedro y Juan. No sabía qué iba a recibir, pero su fe se avivó con las palabras de Pedro. Esto es muy necesario para recibir algo de Dios. Debes esperar algo de él..Una de las razones por las que hay personas que asisten a la iglesia, pero cuyas vidas apenas difieren de cuando llegaron, es que nunca han prestado atención a Dios. Nunca esperaron recibir nada al llegar. Desafortunadamente, hay quienes, tanto jóvenes como mayores, pierden la concentración al entrar a un servicio religioso. Empiezan a pensar en todo tipo de cosas, a hacer viajes mentales y a jugar juegos mentales. Siempre he pensado que sería muy interesante después del servicio saber dónde había estado cada uno. Pero, por desgracia, la verdad transformadora que emana de las Escrituras no los capta, los pasa de largo, y pueden quedarse aquí sentados durante años sin cambiar jamás.
Hay jóvenes criados en la iglesia, pero que no son diferentes, que no muestran evidencia de la obra de Dios. Esto se debe en gran medida a que nunca han escuchado la palabra «Mírame» ni han prestado atención. Por eso Jesús siempre decía a las multitudes a las que predicaba: «El que tenga oídos, que oiga...» (Mateo 11:15). Que escuche. Esto siempre es necesario para el funcionamiento de la fe.
En el instante en que Pedro captó la atención de este hombre, hizo dos cosas sumamente interesantes: Primero, admitió su bancarrota en el ámbito material: «No tengo plata ni oro», dijo. «Eso es lo que buscas, pero no puedo ayudarte en eso». Luego demostró su asombrosa capacidad en el ámbito espiritual: «En el nombre de Jesucristo de Nazaret, camina». En ese momento electrizante, mientras este hombre miraba a Pedro y a Juan, y oía estas palabras, al mencionar el nombre de Jesús, ocurrió algo extraordinario. Una fuerza inundó sus tobillos, y Pedro, al percibirlo, lo tomó de la mano derecha y lo levantó. El hombre se levantó y comenzó a saltar, gritar y brincar, poniendo a prueba esta nueva fuerza en sus piernas, que nunca antes había experimentado, pues era cojo de nacimiento.
POR FAVOR ORA CONMIGO
Padre mío y Dios mío, gracias por el nombre de Jesús. No ha perdido nada de su poder. Sigue transformando a hombres y mujeres, como siempre lo ha hecho, y no solo espiritualmente, sino también, en ocasiones, físicamente. Gracias por las demostraciones de tu poder que aún hoy realizas. Sabemos que puedes transformar un cuerpo enfermo y achacoso y sanarlo. Pero también puedes tomar un espíritu enfermo y achacoso y sanarlo.
Te adoramos Señor. Amén.
Aplicación de vida


Te bendigo en nombre de nuestro Señor Jesucristo. Un fuerte abrazo.



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