Qué deseo más bonito..

 Tomado de: ALZtivista ALZheirmer

Por María Lozano

Hace un tiempo, después de doce años de matrimonio, mi esposa me dijo algo que no me esperaba:
— Quiero que invites a otra mujer a cenar… y al cine.
Me quedé en shock. Pero ella enseguida aclaró:
— Te amo, pero sé que hay otra mujer que también te quiere muchísimo… y que merece pasar una noche contigo.
Se refería a mi mamá. Llevaba ya diecinueve años viuda. Y entre el trabajo, la casa y nuestros tres hijos, casi no encontraba tiempo para verla.
Esa misma noche le hablé por teléfono:
— Mamá, pensé que tal vez te gustaría salir conmigo a cenar… y a ver una película.
— ¿Pasó algo? ¿Están bien? — me preguntó de inmediato, con ese tono preocupado. Mi mamá es de esas que cuando suena el teléfono tarde… espera malas noticias.
— Todo bien, má. Solo quiero pasar un rato contigo.
Se quedó callada. Luego dijo con voz bajita:
— Hace mucho que soñaba con eso....El viernes salí del trabajo y pasé por ella. Estaba un poco nervioso, no sé por qué. Cuando llegué, ya me estaba esperando afuera de su casa. Tenía un abrigo sobre los hombros, su cabello recogido con cuidado y vestía ese vestido que guardaba desde su aniversario de bodas con mi papá.
— Les conté a mis amigas que iría a cenar con mi hijo. ¡Estaban impresionadas! — dijo sonriendo mientras se subía al coche.
Cenamos en un restaurancito acogedor. Caminaba tomada de mi brazo como si fuera la primera dama. Yo le leía el menú, porque sus ojos ya no alcanzaban a ver las letras pequeñas. Ella solo sonreía con nostalgia.
— Antes yo te leía los menús cuando eras chiquito — me dijo con ternura.
— Hora de pagar con cariño todo lo que me diste — le respondí.
La cena fue tranquila, llena de esas pláticas sencillas que calientan el alma. Hablamos de todo: de la vida, de recuerdos, de tonterías y de cosas profundas. Estuvimos tan metidos en la conversación… que llegamos tarde al cine.
Al llevarla de vuelta a casa, me dijo:
— La próxima vez yo te invito. Y yo pago, ¿eh?
— Trato hecho — le sonreí.
— ¿Cómo te fue? — me preguntó mi esposa al volver.
— Mejor de lo que imaginé — le contesté.
Unos días después… mi mamá falleció. De manera repentina. Ya no tuve oportunidad de hacer nada más por ella.
Días después, recibí un sobre. Dentro había una copia del recibo del restaurante… y una nota escrita con su letra:
“Pagué por adelantado nuestra segunda cena. No sabía si iba a poder volver a salir contigo, pero por si acaso… pagué para dos: para ti y tu esposa. No sé cómo explicarte lo que significó esa noche para mí. Hijo, te amo con todo mi corazón.”
Cuida a tus padres. Son los únicos que te aman de verdad, que se alegran con tus logros y sufren en silencio cuando algo te duele. No los recuerdes solo en cumpleaños o en Navidad. Porque algún día… puede ser demasiado tarde.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entrada destacada

Cada quien tiene su manera

 Tomado de: Guillermo Rosales Medellín Por María Lozano Te vi y alcancé las estrellas. El día fue diferente. No me importó lo que dice la...