Preparando a otros para la obra

 Tomado de: Alfonso De Caro

Por María Lozano

1. Por favor ora conmigo
«Amado Padre y Dios mío, en el nombre de Jesús oro por todos aquellos que han sido escogidos, edificados y formados dentro de la congregación donde los has puesto; anímalos a coger el arado y seguir sembrando la semilla del evangelio, a seguir regándola con la edificación y discipulado, para que puedan ser enviados a extender el reino de los cielos donde tú quieras; dales amor, sabiduría, prudencia, fuerza y valentía para cumplir con tu llamado. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Llamó entonces David a Salomón su hijo, y le mandó que edificase casa a Jehová Dios de Israel. Y dijo David a Salomón: Hijo mío, en mi corazón tuve el edificar templo al nombre de Jehová mi Dios. Mas vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Tú has derramado mucha sangre, y has hecho grandes guerras; no edificarás casa a mi nombre, porque has derramado mucha sangre en la tierra delante de mí. He aquí te nacerá un hijo, el cual será varón de paz, porque yo le daré paz de todos sus enemigos en derredor; por tanto, su nombre será Salomón, y yo daré paz y reposo sobre Israel en sus días. Él edificará casa a mi nombre, y él me será a mí por hijo, y yo le seré por padre; y afirmaré el trono de su reino sobre Israel para siempre. Ahora pues, hijo mío, Jehová esté contigo, y seas prosperado, y edifiques casa a Jehová tu Dios, como él ha dicho de ti”. 1 Crónicas 22:6-11..
3. Reflexiona
Qué bueno es edificar la vida de otras personas y volverlas discípulos de Cristo. Estamos llamados a hacerlo, como dice Mateo 28:19 “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. Es necesario, porque otros tendrán que continuar la obra que nosotros hemos empezado, por eso, nunca debemos sentirnos desanimados cuando otras personas tienen el privilegio de hacer algo dentro del ministerio que nosotros hemos hecho ya; por el contrario, siempre doy gracias a Dios por mis mentores espirituales, por el que plantó la semilla del evangelio en mí, pero también el que la regó con perseverancia, los que me enseñaron la Palabra de Dios, me exhortaron y corrigieron, porque gracias a ellos, Dios me ha dado el crecimiento para colaborar con Él en la expansión del evangelio, donde quiera que me ha llevado.
Debemos sentirnos privilegiados de poder dejar un legado, para que continúe la obra cuando ya no estemos. No debemos ser egoístas, entre más envejecemos debemos recordar que Jesús nos ha dado la orden de hacer discípulos, y es una gran bendición ver replicadas sus enseñanzas en otros.
David fue un ejemplo de esto, cuando oró por su hijo y por todos aquellos que iban a ayudarle a edificar el Templo para Dios, los animó diciéndoles en 1 Crónicas 22:19 “Poned, pues, ahora vuestros corazones y vuestros ánimos en buscar a Jehová vuestro Dios; y levantaos, y edificad el santuario de Jehová Dios, para traer el arca del pacto de Jehová, y los utensilios consagrados a Dios, a la casa edificada al nombre de Jehová”.
Hay que animar y bendecir los esfuerzos de aquellos que nos sucederán en el ministerio para que Dios les de sabiduría, mantengan la visión dada por la revelación de su Palabra, sigan entusiasmados en amar y servir al Señor, para que todo lo que hagan sea prosperado y El Señor será fiel en honrarlos.
Jesús sabía que su ministerio era corto, pues venía a cumplir la misión de entregar su vida por nosotros; por eso su mayor esfuerzo fue ganando, edificando y enviando a aquellos para que continuaran la extensión de su reino hasta lo último de la tierra; un día les dijo: “De cierto, de cierto os digo, que, si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará”, Juan 12:24-26
Ese legado de Jesús nos alcanzó a nosotros, recibimos perdón, salvación y vida eterna, por lo que ellos hicieron para el Señor. Hoy te animo a servir a Dios, sabiendo que ningún trabajo para Él es en vano. Toma tu arado y no desistas; y recuerda que uno es el que siembra, otro el que riega, pero Dios es el que da el crecimiento. El Señor del universo nos tiene para grandes cosas. ¡Anímate a hacer discípulos, son tu legado!
Te bendigo en el nombre de Jesucristo. Un fuerte abrazo.

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