Tomado de: Alfonse De Caro
Por María Lozano
El poder en el nombre de Jesús es una verdad fundamental. Este nombre, lleno de significado y de poder, trae esperanza, sanación y redención. Desde la antigüedad hasta hoy, invocar el nombre de Jesús es como encender una luz en medio de las dificultades, alejando el miedo y la desesperanza.
"Por lo cual Dios también lo exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios el Padre."
(Filipenses 2:9-11)
Cuando mencionamos el nombre de Jesús, sentimos la presencia de Dios. El nombre de Jesús tiene autoridad sobre la adversidad, calma los corazones y guía las almas perdidas. En tiempos difíciles, simplemente decir este nombre trae consuelo y renovación..La vida de Jesús ejemplifica su poder redentor. Su muerte en la cruz y su resurrección muestran que no hay límites para el poder en su nombre. Al confiar en Jesús, recibimos la gracia transformadora que emana de este nombre.
Cuando oramos, exaltamos el nombre de Jesús, declarando el triunfo sobre las fuerzas del mal. Descubrimos fuerza para superar los desafíos, el perdón de nuestros pecados y la promesa de vida eterna en su nombre.
"En ningún otro hay salvación, porque no se ha dado a la humanidad ningún otro nombre bajo el cielo mediante el cual podamos alcanzar la salvación."
(Hechos 4:12)
¡Podemos avanzar con confianza, firmes en la convicción que hay poder en el nombre de Jesús!
*Hay poder en su nombre*
En medio de las dificultades, la mención del nombre de Jesús actúa como una luz que disipa el miedo y trae esperanza.
La práctica de la oración en el nombre de Jesús, no solo consuela, sino que también tiene autoridad sobre la adversidad.
La confianza en la gracia transformadora que proviene del nombre de Jesús nos mueve hacia grandes logros y victorias.
*Por favor ora conmigo*
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, te doy gracias por la esperanza, la sanación y la redención que trae tu nombre. En las dificultades, que tu luz disipe el miedo. Confío en la gracia transformadora de Jesús, proclamando la victoria sobre el mal. Que mi fe sea un testimonio vivo del poder de tu nombre. Gracias Jesús. Amén.
Te bendigo en el nombre de Jesucristo. Un fuerte abrazo.
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