Sosiega tu corazón

 Tomado de: Alfonso De Caro

Por María Lozano

Cambió la tempestad en suave brisa: se sosegaron las olas del mar. Ante esa calma se alegraron, y Dios los llevó al puerto anhelado.
(Salmo 107:29-30)
A veces atravesamos momentos de desesperación y agonía. Son situaciones difíciles que ocurren en nuestras vidas que nos causan un sentir de apuro y aflicción. De repente, nos olvidamos e intentamos resolver la situación a nuestra manera, sin esperar en Dios...
Hubo una vez en la que los discípulos de Jesús enfrentaron una situación parecida. Estaban en un barco en altamar cuando vino una gran tempestad, tan grande que ellos llegaron a temer lo peor. Hasta olvidaron que el Señor, que controla todas las cosas, estaba en el barco con ellos y podía actuar. Cuando clamaron a él, todo se resolvió..Esto mismo sucede con nosotros: si tenemos a Jesús en el "barco" no tenemos que temer al mal. Si Dios tiene el control de nuestras vidas, podemos confiar y descansar, pues él cuida de todo... Si amamos a Dios, todas las cosas cooperarán para nuestro bien. Él es el Dios de lo imposible que calma las tormentas y nos sostiene para que podamos continuar. Confía y alégrate en Jesús, pues él te guiará al puerto deseado.
*Confía en Dios y sosiega tu corazón*
Ora y entrega a Dios las situaciones difíciles que has pasado.
Confía que Dios calma las tempestades de la vida y de tu corazón.
No puedes lograrlo solo. Entrega el control de tu vida a Jesús y descansa en su cuidado y amor.
Lee la Biblia, encuentra en ella la fe y la paz que tanto necesitas.
No olvides que el Señor está contigo en todo momento. Búscalo y encontrarás refugio seguro en él.
*Por favor ora conmigo*
¡Señor mío y Dios mío, ayúdame! Son tantos los problemas a mi alrededor que parece que me van a cubrir y a sofocar... Señor, sin ti no puedo hacer nada. Calma esta tempestad y calma también mi corazón. Por tu misericordia, enséñame a confiar totalmente en tu Palabra y a sosegar mis emociones. No sé cómo, pero tú, Jesús, sabes todas las cosas y puedes traer una solución para todo esto. ¡Me entrego a ti, Dios! Estoy en tus manos seguras y poderosas. Guíame por aguas tranquilas por amor de tu nombre, Jesús. Amén.
Te bendigo en el nombre de Jesucristo. Un fuerte abrazo.

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