Tomado de:Alfonso De Caro
Por María Lozano
«Padre mío y Dios mío, grande es tu amor por mi y tu misericordia es eterna, no lo merezco, pero esto me hace admirarte aún más, pues tú me das todo esto y mucho más, por lo hermoso de tu carácter. Gracias Señor por amarme de tal manera, que hace que ahora yo quiera ir al mundo y hacer lo mismo que tú. Fortaleciéndonos en el nombre de Jesús. Amén.Lee la palabra de Dios
“Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo,” Tito 3:4-5.
Reflexiona.Qué hermoso es ver que cuando se manifestó la misericordia de Dios para con nosotros, no se manifestó sola, sino con Su amor. Esto nos podría indicar que estas dos características del fruto del Espíritu Santo, el amor y la misericordia, van de la mano; claro está que al amor que hacemos referencia no es el que proviene del ser humano (un amor imperfecto), sino al amor perfecto de Dios que nos lleva a manifestar, en amor, su misericordia a familiares, amigos, conocidos, incluso a nuestros enemigos, pues la palabra de Dios nos dice en Mateo 5:44-48 “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” La misericordia entonces no es un fruto que debemos manifestar a algunos solamente, pues como hijos de Dios e imitadores de Jesucristo estamos llamados a reflejarlo ante todos.
Amados amigos, la biblia nos dice que podríamos ser misericordiosos y no tener amor pero de nada nos serviría, así que aceptemos la invitación del Señor y agreguemos a la misericordia, el amor perfecto de Dios (1 Corintios 13:1-3)
Te bendigo en el nombre de Jesucristo. Un fuerte abrazo.
“Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo,” Tito 3:4-5.
Reflexiona.Qué hermoso es ver que cuando se manifestó la misericordia de Dios para con nosotros, no se manifestó sola, sino con Su amor. Esto nos podría indicar que estas dos características del fruto del Espíritu Santo, el amor y la misericordia, van de la mano; claro está que al amor que hacemos referencia no es el que proviene del ser humano (un amor imperfecto), sino al amor perfecto de Dios que nos lleva a manifestar, en amor, su misericordia a familiares, amigos, conocidos, incluso a nuestros enemigos, pues la palabra de Dios nos dice en Mateo 5:44-48 “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” La misericordia entonces no es un fruto que debemos manifestar a algunos solamente, pues como hijos de Dios e imitadores de Jesucristo estamos llamados a reflejarlo ante todos.
Amados amigos, la biblia nos dice que podríamos ser misericordiosos y no tener amor pero de nada nos serviría, así que aceptemos la invitación del Señor y agreguemos a la misericordia, el amor perfecto de Dios (1 Corintios 13:1-3)
Te bendigo en el nombre de Jesucristo. Un fuerte abrazo.
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