Tomado de: Alfonso De Caro
Por María Lozano
Lea: Lucas 11: 2-4ÉL les dijo: -Cuando oréis, decid: “Padre nuestro Que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.” (Lucas 11: 2a)
La Segunda petición de la Oración modelo que el Señor Jesucristo nos enseña, es una de reconocimiento y entrega al Padre: “santificado sea tu nombre”. Estoy seguro que esta es la petición que nos hace a la mayoría de nosotros hipócritas. Cuando oramos agradecidos podemos decir “Padre” con sinceridad… Pero cuando oramos, esta segunda petición el “Santificado sea tu nombre”, lo más seguro es que no la incluyamos, porque nosotros no santificamos Su nombre en todas las áreas de nuestra vida. Cuando clamamos que su nombre sea santificado, estamos orando que toda nuestra vida completa sea una fuente que agrade al Señor, una vida que dé honor al Señor y el pleno deseo que todos los hombres sobre la faz de la tierra le reconozcan, respeten, lo honren y vivan vidas oficiosas y hagan su voluntad..El gran problema es ¿Qué tan frecuentemente sabemos que áreas de nuestra vida no hemos santificado al Señor? Por lo general tenemos ciertos monopolios que nos hemos reservado para nosotros mismos, zonas privilegiadas que no queremos entregar, en donde el nombre de nuestra explotación económica o el nombre de nuestra novia o de algún otro ser querido, o el nombre de nuestro plan significan más para nosotros que el nombre del Señor. Pero, ¿Oramos por esto con algún grado de sinceridad cuando descubrimos que tenemos aéreas ocultas? ¿Somos tan francos en estos caso ante el Señor? Podemos orar diciendo: “Señor, te abro el armario de mi vida, sacando cada cosa oculta y te ruego que escudriñes mi alma ; estoy sacando cada secreto para que Tu lo examines. Mi deseo es que tu nombre sea santificado.” Comprendamos que no puede haber ningún contacto con Dios, ningún contacto verdadero con Su poder, ninguna experiencia genuina con la fragancia gloriosa y maravillosa del Señor, sino oramos el segundo requisito de la oración enseñada por Jesucristo y digamos: Santificado sea tu nombre.
Pero no solo debemos estar conscientes de las áreas en donde el nombre del Señor no es santificado, sino debemos estar conscientes que en lo Profundo de nuestro ser, el pecado que es una fuerza opositora y obstructiva, buscará impedir cualquier intento nuestro por organizar cada área de nuestra vida y nos hará fallar. Podemos intentar con todas nuestras fuerzas y nos encontraremos incapaces de llevar a cabo cualquier cambio. Pero debes notar que esta parte de esta oración modelo no está escrita simplemente como una confesión o una expresión de arrepentimiento al Padre, sino como un orar frecuente que dice: “Padre, ayúdame a ser bueno”, o “Padre ayúdame a ser mejor”. A lo largo de esta oración modelo, ni una sola vez encontramos una expresión de deseo de ayuda en la santificación de la vida por parte nuestra. No, Jesús hace que centremos nuestra atención en el Padre. Esta frase, “santificado sea tu nombre”, es realmente un clamor de confianza indefensa, en la cual simplemente estamos diciendo: “Padre, no solo sé que hay áreas en mi vida donde Tu nombre no es santificado, sino que sé también que sólo Tu Puedes santificarlas, y estoy totalmente dispuesto a estarme quieto y dejar que Tú que eres Santo, santifiques toda mi vida, para santificarte”.
La persona que deja que sea Dios su Señor y se rinde a Él, de manera espontánea, atraído por el deseo de un proceso de aprendizaje mayor, se convertirá en una persona distinta. Martín Lutero dijo una vez: “No se le ordena a una roca que está al sol que se Caliente. Se calentará por sí misma”. El Señor espera tu petición que Él te ayude a transformar tus oscuras debilidades en fortalezas. Cuando podamos desear y decir: “Padre, no hay ninguna área de mi vida sobre la cual no esté dispuesto a que me hables, no esconderé ninguna área de Ti: mi vida sexual, mi vida de negocios, mi vida social, mi vida estudiantil, mi tiempo de ocio, mis períodos de vacaciones”, entonces es realmente factible decir: "Santificado sea Tu nombre". Cuando oremos de esa forma, descubriremos que el Señor entrará en los oscuros armarios de nuestra vida, no importando el olor terrible de nuestra corrupción y los limpiará y pondrá orden y nos hará adecuados para vivir santificándolo. El apóstol Juan declara: “Pero si andamos en luz”, (y eso no es estar libre de pecado, sino que significa la condición en donde el Señor lo ve todo)“Pero si andamos en luz, como Él está en luz, tenemos comunión unos con otros y La sangre de Jesucristo, Su Hijo, nos limpia de todo pecado”(1 Juan 1: 7).
POR FAVOR ORA CONMIGO
Padre, enséñame a decir estas Palabras, “santificado sea Tu nombre”, con un corazón de entrega y fe, sabiendo que Tú eres el único que me puede hacer santo. Padre mío, el mayor deseo que tengo en mi corazón es poder honrarte con todos mis pensamientos, palabras y acciones, pero sé que soy un pecador empedernido y que no tengo la fuerza para cambiar mi vida. Por favor, ayúdame a cambiar todo aquello que me avergüenza delante de ti y así reconocerte en cada área de mi vida. Clamo de igual manera para que todos los seres humanos santifiquen tu nombre. En el nombre de Jesucristo manifiesto mi oración a Ti Padre celestial. Amén.
Aplicación a la vida
¿Cuál es nuestra actitud hacia el nombre de nuestro Padre santificado? ¿Utilizamos Su Nombre con frivolidad superficial? ¿Experimentamos la Oración Como un encuentro personal con el Padre, en el cual tenemos el deseo de mostrar hasta lo más profundo de nuestro ser y clamar ser limpiados?
Te bendigo en el nombre de Jesucristo. Un fuerte abrazo y procura entregar todo lo que alberga tu alma al Señor y serás totalmente liberado y espíritu noble te sustentará. Clama por ti y por los demás, para que honremos a Dios Padre, de la misma forma que Jesucristo lo honró.
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