Tomado de: Entre café y libros
Por María Lozano
La lluvia nos había sorprendido a mitad de camino. El fresco de la tarde/noche hacía que ella me tomara de un brazo. Mi corazón se aceleró, la primera vez que estábamos tan cerca. Ella inclinó ligeramente su cabeza sobre mi hombro y la quietud nos embargó, sólo se escuchaba melodiosamente el caer de la lluvia. De pronto ella volteó su mirada a mí, sin expresión alguna, pero para mí era el más bello rostro jamás visto. Fue la primera vez que me miró y me fascinó. El viaje fue placentero.Guillermo Rosales Medellín.
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