La grandeza del servicio

 Tomado de: Alfonso De Caro

Por María Lozano

1. Por favor ora conmigo
«Gracias Señor Jesús, porque me diste ejemplo de servicio y humildad, siendo el más grande, te hiciste el menor, al dar tu vida por amor a nosotros y no consideraste el ser igual a Dios, como cosa a que aferrarte, sino que te despojaste y te hiciste siervo para morir en la cruz y salvarnos. Cuán grande ejemplo tengo de amor y servicio, para que así mismo, con el amor que me diste, sirva a los demás con total esmero y compasión. Gracias mi Señor Jesucristo. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Hubo también entre ellos una disputa sobre quién de ellos sería el mayor.
Pero él les dijo: Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que sobre ellas tienen autoridad son llamados bienhechores; mas no así vosotros, sino sea el mayor entre vosotros como el más joven, y el que dirige, como el que sirve. Porque, ¿cuál es el mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve.”
Lucas 22:24-27.
3. Reflexiona
En repetidas ocasiones, los discípulos de Jesús cayeron en este error, de considerar que, así como las naciones tenían gobernantes, en ellos también debería haber uno que estuviera a la cabeza. A pesar que Jesús de manera reiterativa, les enseña que, en el reino de Dios no es así, que entre nosotros los creyentes no hay una estructura burocrática, sino un cuerpo vivo de servicio y comunión (1 Corintios 12:12-27), donde cada miembro cumple una función, pero todos somos parte del cuerpo de Cristo, su iglesia.
Sin embargo, en la historia vemos cómo el hombre crea puestos, lugares y considera a la iglesia como una organización o una empresa más, pero a la luz de las escrituras somos un cuerpo vivo, donde de manera mutua, desinteresada y con amor, nos animamos unos a otros a permanecer en la fe que trae como resultado, acciones de servicio y amor, nos servimos unos a otros por amor a aquel que primero nos sirvió y nos lavó de todo pecado (Hebreos 10:24-26).
Así que, si aspiramos a un puesto de renombre, una posición o un lugar mejor, nuestro corazón debe estar dispuesto a servir como Cristo lo hizo, a renunciar a sí mismo, a ser el más humilde; por que en los gobernantes del mundo sucede que una vez tienen una posición de dominio y poder, su corazón se llena de orgullo, y su puesto viene a ser la forma de llenarse de ambición y como consecuencia, ya no es de bendición para los demás.
Nosotros los creyentes, debemos dar ejemplo de servicio, disponiendo nuestro corazón para ser como niños, (Mateo 18:1-3), llenos de mansedumbre y humildad, que sirven por amor y con amor.
Te bendigo en el nombre de Jesucristo. Un fuerte abrazo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entrada destacada

Desde que sé de ti

 Tomado de: Entre café y libros Por María Lozano Desde que sé de ti. Mi vida cambió. Tu fragancia me envolvió. Bella mujer. De día y de noch...