Cada mañana

 Tomado de: Historias de Vida

Por María Lozano

Cada mañana, Doña Rosa, partía rumbo a la estación de trenes con la esperanza en el corazón de que ese día sería el momento en que su hija, Lucía, regresara a casa.
Los años habían pasado desde que Lucía tomó la decisión de partir en busca de sus sueños, dejando atrás el calor del hogar y la seguridad de su familia. Sin embargo, el lazo que unía a madre e hija era tan fuerte que Doña Rosa se aferraba a la creencia de que el regreso de su amada hija estaba destinado a suceder..Cada tarde, al atardecer, el padre de familia, Don Manuel, se unía a la rutina diaria y acompañaba a su esposa a la estación, siendo testigo de la mezcla de emociones que invadía a Doña Rosa ante la llegada de cada tren. La paciencia y la fe de la madre eran inquebrantables, y aunque los demás habitantes del pueblo consideraban que su espera era en vano, ella seguía confiando en el regreso de Lucía.
Sin embargo, un día como cualquier otro, el destino decidió tejer una trama inesperada. Mientras Doña Rosa y Don Manuel aguardaban en el andén, el sonido del tren se acercaba anunciando su llegada. A lo lejos, entre la multitud de pasajeros que descendían, una joven de ojos brillantes y cabello dorado apareció ante los ojos de la madre, quien contuvo el aliento al reconocerla de inmediato.
Lucía había regresado.
Las lágrimas de alegría y emoción recorrieron los rostros de la familia reunida en un abrazo que rompió las barreras del tiempo y la distancia. La joven relató sus vivencias, sus aprendizajes y las lecciones que la vida le había enseñado en su ausencia.
A medida que el sol se ocultaba en el horizonte, la familia caminó de regreso a casa, unidos por un amor que había resistido la distancia y las pruebas del tiempo. La espera eterna de Doña Rosa finalmente había llegado a su fin, reforzando la convicción de que el amor y la fe pueden mover montañas y unir corazones separados.
Y así, en esa calurosa tarde de verano, la estación de trenes se convirtió en el escenario de un reencuentro tan esperado como emotivo, demostrando que el amor filial es capaz de trascender fronteras y desafiar al destino mismo. La historia de la familia de Lucia se convirtió en un testimonio de la persistencia del cariño y la conexión indisoluble entre padres e hijos, marcando un nuevo capítulo lleno de esperanza y gratitud. Esta historia me recuerda mucho la del hijo pródigo narrada en la biblia, en ambas historias sea el padre o la madre no pierden la fe de volver abrazar sus hijos.

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