Tomado de: Entre café y libros
Por María Lozano
Conversando con la luna y la noche al borde del insomnio y el desvelo y, en un idioma extraño, entre tanto silencio, me dijeron que tenían algo que contarme.La noche obscura y caliginosa, me decía que no me querías, que ya me habías olvidado; en cambio la luna menguante con esa claridad que le acredita, como si fuera tu sonrisa radiante, centellante, me decía todo lo contrario y, que no hiciera caso de la noche, pero la noche densa y tenebrosa me aconsejaba que me asegurara de eso, que te lo pidiera y me lo dijeras de tu propia voz..De pronto se empezó a escuchar un barullo, eran las estrellas, muchas estrellas brillaban por doquier, tintineaban y sonaban alegres, todas al mismo tiempo con excepción de una, ella era menudita pero muy brillante, las demás estrella me decían, no hagas caso de la noche ni de la luna, míranos a nosotras, además somos muchas y te podemos hacer brillar. La que estaba apartada de todas, sigilosa, discreta y en silencio se ocultaba detrás de las nubes. Me acerqué a ella, le hablé, y como azorada quiso huir. De repente me miró ruborizada y en ella estabas tú. Te pregunté me amas y tu respuesta fue por siempre.
La luz propia nadie la extingue, y llega hasta donde tú lo desees…
Guillermo Rosales Medellín.
DAR
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