Tomado de: Gabriel García Márquez
Por María Lozano
Vengo del fondo oscuro de una noche implacabley contemplo los astros con un gesto de asombro. Al llegar a tu puerta me confieso culpable y una paloma blanca se me posa en el hombro.
Mi corazón humilde se detiene en tu puerta con la mano extendida como un viejo mendigo; y tu perro me ladra de alegría en la huerta, porque, a pesar de todo, sigue siendo mi amigo..Al fin creció el rosal aquel que no crecía y ahora ofrece sus rosas tras la verja de hierro: Yo también he cambiado mucho desde aquel día, pues no tienen estrellas las noches del destierro.
Quizás tu alma está abierta tras la puerta cerrada; pero al abrir tu puerta, como se abre a un mendigo, mírame dulcemente, sin preguntarme nada, y sabrás que no he vuelto... ¡porque estaba contigo!
—José Ángel Buesa
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